Andrés.


Queridos amigos:
“¡Encinares castellanos, / en laderas y altozanos, / serrijones [cordillera de montes de poca extensión, rae.es] y colinas / llenos de oscura maleza, /  encinas, pardas encinas / humildad y fortaleza”, escribió Antonio Machado. Es “bajo tu casta sombra, encina vieja / quiero sondar la fuente de mi vida / y sacar de los fangos de mi sombra / las esmeraldas líricas”, versos fluidos del corazón del poeta andaluz y español Federico García Lorca.
Es allí, bajo un bosque de encinas, en el oasis del éxodo cervantino, donde sucede la primera heróica hazaña del recientemente armado caballero don Quijote. Pues “no había andado mucho, cuando le pareció que a su diestra mano, de la espesura del bosque que allí había, salían unas voces delicadas como de persona que se quejaba […]. Y a pocos pasos que entró por el bosque, vio atada una yegua a una encina, y atado a otra a un muchacho, desnudo de medio cuerpo arriba, hasta de edad de quince años” (I,, humilde y fuerte cual árbol del que cuelga, rodeado de la oscura maleza de su amo, el labrador Juan Haldudo.
Desde los fangos de la alargada sombra de quien es faldudo o tierra de gran pendiente y desgarradores guijarros, cuyo brazo laceran la espalda de Andrés, el fuerte, el hombre en griego. ¿No os recuerda a aquel Hombre azotado y coronado de espinas? Como buen caballero cristiano abandona su camino en auxilio de Cristo, el menesteroso pastor víctima de la avaricia, a quien su amo le debía nueve meses a siete reales, azotado por descuidado. “¿Mientes, delante de mí, ruín villano?”, respondiole el hidalgo. Y mientre porque “todo amo que se toma la justicia por su mano tiene que hacer de diablo para poder tomársela e inventar imputaciones”, aseveró el sabio Miguel de Unamuno.
Alejado el caballero, su dueño le azotó de tal modo que quedó convertido en un San Bartolomé.
Llegando a “un camino que en cuatro se dividía” dejó a Rocinante escoger la ruta, porque la experiencia de Andrés le ha dejado absorto y pensamiento, ¿conviene siempre realizar el bien? ¿Cuál camino escoger? El abandono en la Providencia es la respuesta,  el camino de D. Quijote.


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