Se daba a leer libros de caballerías con tanta afición y gusto


3.  Se daba a leer libros de caballería con tanta afición y gusto
Queridos amigos:
¿Hay un paisaje más sugerente que una biblioteca? Pasear los ojos por el bosque de libros, detenerse en uno de ellos, abrirlo, leer entre líneas, volverlo a depositar es acariciar con las manos el romero, el espliego y el tomillo.
Cada uno de nosotros construye su vida con los libros. Depositados en estanterías pintan el cuadro de nuestra persona, escriben la biografía de quien desde la infancia los recibió como obsequio o los adquirió por placer o por mandato de sus profesores. Son herencia de los mayores y presente para los menores. Nada más noble que comprar libros, aunque no se lean. Cada uno es un cofre cerrado para ser abierto con la llave de la curiosidad. En esta década de las táblets, los móviles y los libros electrónicos, leer un libro de papel es lo mismo que conversar con una persona cara a cara, mientras siendo útiles los e-book son como el whatsup, para un momento determinado y ante la imposibilidad de mirarlo a los ojos.
Cervantes, gran lector y por este motivo una persona crítica, no fue amigo de un género de literatura: los libros de caballería.
Esta fue “la razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de vuestra fermosura” por la que escribió las aventuras de quien “del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro”.
Interesante reflexión donde nos muestra el daño producido por las malas lecturas y las obsesiones llevadas al extremo. En la actualidad bien pudiera haber escrito, “del poco dormir y del mucho ver telebasura se le secó el cerebro”.
No por ello debemos cesar en el empeño de comprar o adquirir prestado en la biblioteca municipal libros. Bien lo sabía la gran mujer sabia María Moliner cuando visitó Bellús y Alfarrasí en abril de 1936; y los académicos de Argamasilla, entre ellos Don Carlos, quien “lee y relee a todas horas el Quijote” (Azorín).
Fueron los libros de caballería quienes llevaron a abandonar “una tierra pobre, tan desollada por seculares chaparrones” y en su locura convertirse en el loco más cuerdo de los personajes novelescos, un soñador inmortal quien con el sentido de humor castellano, nos lanza a los caminos.

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